Las actitudes son más importantes que las
aptitudes.
Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a
menudo.
Valor es lo que se necesita para levantarse y
hablar; pero también es lo que se requiere para
sentarse y escuchar.
Cuanto más atrás puedas mirar, más adelante
verás.
El político debe ser capaz de predecir lo que va
a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y
de explicar después por qué fue que no ocurrió lo
que el predijo.
Personalmente siempre estoy dispuesto a
aprender, aunque no siempre me gusta que me den
lecciones.
El problema de nuestra época consiste en que sus
hombres no quieren ser útiles sino importantes.
Tras un recuento electoral, sólo importa quién
es el ganador. Todos los demás son perdedores.
La salud es un estado transitorio entre dos
épocas de enfermedad y que, además, no presagia nada
bueno.
La democracia es la necesidad de doblegarse de
vez en cuando a las opiniones de los demás.
La alternancia fecunda el suelo de la
democracia.
El vicio inherente al capitalismo es el desigual
reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo
es el equitativo reparto de miseria.
Vivid arduamente, no temáis nada y os sonreirá
el triunfo.
La imaginación consuela a los hombres de lo que
no pueden ser. El humor los consuela de lo que son.
A menudo me he tenido que comer mis palabras y
he descubierto que eran una dieta equilibrada.
La política es más peligrosa que la guerra,
porque en la guerra sólo se muere una vez.
Con el espíritu sucede lo mismo que con el
estómago: sólo puede confiársele aquello que pueda
digerir.
La democracia es el peor sistema de gobierno
diseñado por el hombre. Con excepción de todos los
demás.
El diplomático es una persona que primero piensa
dos veces y finalmente no dice nada.
La dictadura, devoción fetichista por un hombre,
es una cosa efímera, un estado de la sociedad en el
que no puede expresarse los propios pensamientos, en
el que los hijos denuncian a sus padres a la
policía; un estado semejante no puede durar mucho
tiempo.